lunes, 13 de junio de 2011

Hay cien volcanes activos en los Andes

Ubicados a uno y otro lado de la cordillera, pueden entrar en erupción en cualquier momento. 
Los especialistas afirman que la alerta roja sólo se puede anticipar por un par de horas.

Si apenas el 10% de los volcanes que están activos en la cordillera de los Andes entrara por esos azares en erupción a la vez, sería prácticamente imposible vivir en buena parte de Sudamérica. Tan solo del lado argentino, hay unos cuarenta en actividad, es decir, que han tenido algún tipo de movimiento en los últimos milenios; del lado chileno, el número que se maneja es de unos sesenta. Si con una sola erupción como la del Puyehue-Cordón Caulle se complicó la vida de buena parte de la Patagonia, se cancelaron vuelos y se teme por la temporada de esquí y las cabezas de ganado, es posible imaginar un escenario de hecatombe si estos episodios se multiplicaran. Sin contar con los otros que podrían entrar en erupción en cualquier momento y sin avisar.

Entre los volcanes argentinos en actividad en los últimos tiempos figuran el Copahue, el Planchón-Peteroa y el Tupungatito. Pero los especialistas no suelen ser tan tremendistas y prefieren acotarse a lo que pueden ver y medir. Es en ese sentido que ven una relación, que –dicen– habrá que confirmar entre el megasismo de febrero de 2010 en Concepción y estos reacomodamientos eruptivos de las placas. De hecho, la última vez que el Cordon-Caulle expulsó material fue en 1960, justo cuando un terremoto devastó la ciudad de Valdivia.


Según dijo a PERFIL Fernando Gil Cruz, director del Observatorio Volcanológico Andes del Sur de Chile, los últimos reportes indican que la actividad sísmica continúa y entonces podría haber más erupciones. “Nosotros monitoreamos 16 volcanes en total y, afortunadamente, ningún otro ha pasado a amarillo, con la excepción del Peteroa”, comentó.


Una de las sensaciones que les queda de la crisis a los habitantes del sur argentino es que no se dio la alarma necesaria para que se afrontara la situación con la debida preparación. En el caso Puyehue-Cordón Caulle, ubicado enteramente en lado chileno, según los informes de ese país, se pasó de verde a amarillo en la escala de peligrosidad hacia fines de abril, y ese dato hizo crecer la idea de que “en Chile sabían desde hace noventa días” de la erupción. Pero lo cierto es que sólo se pasó a alerta roja unas pocas horas antes de la erupción misma. “Se puede detectar el movimiento, pero pueden pasar semanas o meses y seguir en amarillo”, señaló el vulcanólogo argentino Alberto Caselli, coautor de un manual preventivo que preparó con otros profesionales de la UBA con base en anteriores experiencias patagónicas.


Caselli también realiza mediciones de volcanes críticos en Mendoza y Neuquén, pero no hace las mediciones en tiempo real, y cuenta de las dificultades para que a quienes están in situ les envíen la información por Internet. Eso sí diferencia a la Argentina de Chile, que después de la explosión del Chaitén en 2008 invirtió mucho dinero en la prevención.


Una docena de volcanes argentinos muestran actividad en los últimos diez mil años. Entre los más inquietos y a los que los científicos les prestan atención, están el mendocino Planchón-Peteroa, de más de 4 mil metros de altitud, al que se le cuentan más de diez erupciones en el último siglo. “Pero no todas las erupciones son igualmente graves. En septiembre de 2010, el Peteroa, que está en la zona de Malargüe, afectó sólo a unos diez kilómetros a la redonda”, aclaró Alberto Caselli, vulcanólogo de la UBA. Otro volcán al que recomiendan prestar atención es el Copahue, en Neuquén; en tanto que el Tupungatito, en Mendoza, es el que registra más movimientos: 19 en los últimos dos siglos.


Lo que los expertos aclaran es que la inexistencia de fumarola no implica inactividad. Por eso el volcán Lanín, que exhibe su cumbre con nieves eternas, se considera en actividad, aunque cuando fue su última erupción Europa comenzaba la Edad Media.

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