domingo, 19 de septiembre de 2010

Avenida de las Camelias



Avenida de las Camelias es una marcha militar de infantería Argentina.

Fue compuesta por el maestro Capitán de Banda Pedro Maranesi sobre el parche de un bombo, en el año 1915, en el lugar denominado Campo del Durazno ubicado en Rosario de la Frontera (Provincia de Salta), lugar donde se había concentrado la 5ta División del Ejército para realizar sus maniobras militares; el autor la tituló con el nombre de una calle que acababan de abrir los efectivos.

Es una de las marchas insignes del Ejército Argentino, aunque no pertenece al Reglamento "Registro de Marchas Militares" y es ejecutadas por las bandas de músicas de los ejércitos de diversos países, entre ellos Alemania, Colombia, Polonia, etc..

Fue la marcha insigne de la dictadura militar que gobernó al país desde 1976 hasta 1983 y goza de bastante popularidad en el género.



 



sábado, 18 de septiembre de 2010

¿Por que nadie reconoce que estamos en guerra contra el imperialismo de Gran Bretaña?

Muchos piensan que la Guerra de Malvinas empezó y terminó en 1982, y se equivocan: no duró 74 días.





APODERADOS PUTATIVOS
La Guerra en sí no fue declarada, sino que directamente se produjeron situaciones bélicas entre dos Naciones: una Soberana Argentina y una Pirata Inglesa.
¿Hubo capitulación de Argentina en 1982? No, de ninguna manera. Solamente se rindió el emplazamiento militar que había en Malvinas, pero la Argentina no se rindió. Por tanto, la situación de conflicto bélico continuó al presente, a pesar de la firma del Tratado de Madrid de 1990, suscripto por el entregador Carlos Saúl Menem fruto de las negociaciones del Canciller (y futuro Ministro de Economía argentino) Domingo Felipe Cavallo.
¿Entonces la Guerra de Malvinas dura hasta hoy? Efectivamente, desde el 2 de abril de 1982 hasta el presente estamos en Guerra, vamos por los 28 años de situación de Guerra que no ha cesado jurídicamente.
¿Cómo es que Argentina está en Guerra? Se trata de un principio de Derecho Humanitario y de la autoridad con que se firman las declaraciones de Paz o de Guerra. Un putativo autorizado a la firma de un Tratado como lo fue Menem, carece de poder suficiente para realizar los actos que luego fueron continuados por los siguientes Presidentes, en la supuesta aplicación de una Declaración que es nula de nulidad absoluta.

En 1990 se habían restablecido las relaciones diplomáticas entre la República Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña. En tal "Declaración Conjunta" (que no sería ni un Tratado ni un Acuerdo, ni una Capitulación), es inconstitucional.

DECLARACIÓN NULA
Para esclarecer dudas, ut infra se fundamenta jurídicamente lo expresado, a la luz de la ley positiva constitucional que se aplica actualmente.
Nuestra Constitución vigente así como la que regía al momento de firma por Menem y Cavallo, dispone que le corresponde al Congreso declarar la paz o la guerra, pero jamás el Congreso autorizó al Ejecutivo a la firma de semejante "Declaración conjunta" en Madrid, ya que se trata de una cuestión bélica, y este "Tratado" nunca fue analizado, aprobado ni autorizado por el Congreso previamente a su firma, ni ratificado durante la reforma constitucional de 1994.
Expresa la Ley Nº 24.184, en su artículo 1: "Apruébase el Convenio entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno del Reino Unido en Gran Bretaña e Irlanda del Norte para la Promoción y la Protección de Inversiones, suscrito en Londres (Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte) el 11 de diciembre de 1990, que consta de catorce (14) artículos, cuya copia autenticada en idioma español forma parte de la presente ley".
Tal aprobación resulta improcedente, ya que no se trata de un acuerdo comercial sino de un pacto con una nación con la cual se mantenía (y además se mantiene) una situación bélica, y por tanto la autorización debe ser previa. Resulta ilógico realizar una "declaración conjunta" en la que se abordan cuestiones comerciales sin una habilitación previa al cese del conflicto bélico por el Congreso de la Nación, según lo dispone la Constitución Nacional.
Por otra parte, ha quedado inmodificado el art. 27 de la Constitución tras la reforma de 1994, y según el mismo "El Gobierno Federal está obligado a afianzar sus relaciones de paz y comercio con las potencias extranjeras por medio de tratados que estén en conformidad con los principios de derecho público establecidos en esta Constitución".
La Soberanía Nacional se encuentra en juego, y previo a "afianzar las relaciones de paz y comercio" con una potencia extranjera con la cual se mantiene un conflicto, se debiera poner fin al mismo. Un acuerdo de contenido comercial que además se parece a una rendición incondicional con una potencia extranjera, viola los "principios de derecho público", y por tanto la Soberanía propia, convirtiendo a nuestro país en un botín.
Tras la reforma constitucional de 1994, el art. 67 inc. 21 se convirtió en el art. 75 inc. 25, pero sin modificación del texto: ""Corresponde al Congreso... Autorizar al Poder Ejecutivo para declarar la guerra o hacer la paz". El Congreso jamás otorgó autorización alguna al Poder Ejecutivo, que debe ser previa, y por tanto cae como nulo de nulidad absoluta el acuerdo firmado por Menem y Cavallo con Gran Bretaña.
Luego, tal Tratado, Acuerdo o Declaración, carece de ejecutividad alguna, ya que tiene un vicio grave que impide su ejecución. Estamos en Guerra.

¿Y AHORA QUÉ HACEMOS?
Si esto es así, cabe la pregunta acerca del presente y el futuro nacional.
En primer lugar, lo expresado significa que en 1982 se rindió la plaza de Malvinas en el marco del conflicto bélico, no la Argentina (como muchos argentinos desinformados pretendieron, siguiendo la propaganda inglesa).
El conflicto bélico, la Guerra de Malvinas, no era "entre las Islas Malvinas y Gran Bretaña", sino entre Argentina (todo el territorio nacional soberano) e Inglaterra. Y esta es la clave del problema. Para que Gran Bretaña ganara la Guerra de Malvinas, debía invadir el continente y apoderarse del Gobierno en Buenos Aires por la fuerza, cosa que no realizó.
El Gobernador de las Islas Malvinas en 1982 no tenía ni competencia ni jurisdicción para conceder una rendición de la Argentina, que en su caso corresponde al Gobierno Federal.
El nombre asignado a la guerra produce una mayor confusión, porque en realidad no es "la Guerra DE Malvinas" (que podría llamarse así en tono coloquial), sino "la Guerra POR Malvinas" (es decir, por la recuperación de la Soberanía en el territorio usurpado por los piratas extranjeros).
Inglaterra fue vencida el día 2 de abril de 1982 en sus pretensiones de posesión con raíz usurpatoria, pero no ganó la Guerra, ya que la misma es continuada a la fecha. Uno de los discursos de Galtieri tras la rendición de la plaza bélica de Malvinas ratifica lo expresado: la Guerra continúa en y desde el territorio continental, ya que el insular malvinense volvió a ser usurpado.
Pero el desánimo y la incomprensión, sumado al exitismo del 2 de abril y al derrotismo de la "desmalvinización", se produjo con la mezcla de otras cuestiones a raíz de las malas medidas liberales y autoritarias de los Gobiernos de Facto. La crítica sistemática contra las Fuerzas Armadas tras la rendición de la plaza bélica de Malvinas, hizo creer falsamente que la Argentina toda había capitulado, y en el medio de las críticas a los excesos y malas medidas de los Gobiernos de Facto se sumaron las críticas por Malvinas.
La desmalvinización tuvo su punto culminante en la inicua Declaración de Madrid de 1990, y la virulencia en las críticas a las Fuerzas Armadas derivó en su virtual desaparición a partir del 25 de mayo de 2003, fecha en que asumió Néstor Kirchner la presidencia, y continúa al presente en manos de su esposa. La entrega de la Nación entera como botín se hizo de manera pacífica, ante la pasividad de toda la población hasta el presente, dejando todo arrasado, y arrastrando a la población a las más bajas pasiones en las que se revuelca en medio de la miseria espiritual, moral y material. Un fiasco irreconocible tras el paso de años de oscurantismo "democrático" que lo único que sabe ofrecer al pueblo es "pan y circo", o "plan social y vómito televisivo", que es lo mismo.
Si estamos en Guerra contra una Potencia Extranjera, cual es Gran Bretaña ¿dónde están las Fuerzas Armadas que tienen que actuar, al menos como factor disuasivo?
Y el llamado primero no es a las armas, ni a matar a nadie, ni a salir a los tiros. El llamado primero es a elevar la mirada hacia la Tradición de cada familia argentina, viendo a los abuelos y bisabuelos, que al percibirla se verá como una Patria católica y patriota, a la que se debe regresar. El llamado es a recuperar el alma, el espíritu de la Caridad Católica, la solidaridad y hospitalidad propia del gaucho, a reconstruir todo lo que ha sido arrasado, a levantarse para sostener la dignidad del trabajo y todo aquello que se deriva de las enseñanzas del Magisterio Tradicional de la Iglesia Católica y de su Doctrina Social. Y que el invasor extranjero colonialista se retire de nuestro territorio inmediatamente, cesando en su dominio económico y cultural, otorgando a la Argentina el trato de una Nación igualmente digna de trato Soberano.
Pero estas cuestiones exceden el marco del análisis sobre la situación de Malvinas y del país entero. Sólo cabe una reacción nacional inversa a la que se produjo: rescatar la Soberanía en el territorio continental argentino para luego extenderla a la Antártida, Malvinas e Islas del Atlántico Sur.

VOLVEREMOS...VIVA LA PATRIAAAA!

Crucero belgrano, 1982 Malvinas

Las últimas horas del Belgrano
Testimonios de la tragedia del 82 que costó 323 vidas

 

"Venía por el pasillo y sentí un impacto fuertísimo y una explosión. Se movió todo. El piso temblaba. Estaba oscuro. El silencio era total. Después, escuché una voz que decía: "Tranquilos, tranquilos que no pasa nada..."." 

Eran las 16.1 del domingo 2 de mayo de 1982, y para el conscripto santafecino Hilario Rodríguez, de 19 años, y los otros 1092 tripulantes del crucero ARA General Belgrano, acababa de desatarse el infierno.
Aunque aún no lo sabían, el sacudón y la explosión posterior los había provocado el impacto de dos torpedos MK8 lanzados por el submarino nuclear Conqueror, de la armada británica.
El viento soplaba a 120 kilómetros, las olas medían 12 metros, la temperatura era de 10 grados bajo cero, con menos 20 de térmica, y la del agua, de casi cero grado.
Estaban en medio del Atlántico Sur, al este de la isla de los Estados y al sur de las islas Malvinas. Para las cartas navales, a los 55º24'S y 61º32'W.
El crucero sería la primera víctima en la historia de un submarino nuclear, y en su caída a 3000 metros de profundidad arrastraría a 323 tripulantes, y a las últimas, desesperadas negociaciones políticas para impedir la guerra.


El ataque sorprendió a todos. Fue tan fugaz -entre un impacto y otro hubo sólo 30 segundos- y terminante: en menos de una hora, el crucero, una mole de 13.500 toneladas, 185 metros de largo, 18 de ancho y 37 de alto, se fue a pique.
La posición del Conqueror en el momento de la agresión era óptima: estaba diez kilómetros al sur de su blanco, y en sus radares debe de haberse visto nítido el perfil del crucero.
Según el comandante del Belgrano, el capitán de navío Héctor Bonzo, "la velocidad de los torpedos era de unos 40 a 45 nudos (unos 60 kilómetros) por hora, y no se vieron las estelas por dos razones: venían a cinco metros de profundidad y el mar estaba encrespado".
Las evaluaciones posteriores determinaron que la cabeza del primer proyectil, el que a las 16.01 dio en la sala de máquinas de popa, ingresó dos metros dentro del buque antes de explotar, haciendo un boquete de 20 metros de largo por 4 de ancho.
La onda expansiva abrió una chimenea de quince metros de alto, que atravesó cuatro cubiertas y deformó la quinta, que era la principal.
Por el rumbo abierto por el torpedo, el Belgrano embarcó en segundos 9500 toneladas de agua.
El segundo proyectil dio en la proa treinta segundos después. Varios testigos vieron cómo se elevaba con violencia una columna de agua y hierros, y al caer habían desaparecido 15 metros del buque.
Este impacto no causó víctimas, y tal vez ni siquiera fue necesario: "De los 323 muertos del Belgrano, creemos que 270 murieron durante el primer impacto", cuenta Bonzo.



¿Cómo hizo el Conqueror para descubrir al Belgrano? 

Por ahora nadie lo sabe, y sólo se manejan hipótesis. Las dos más concretas son:
Que la base naval chilena de Punta Arenas haya transmitido la posición del crucero al agregado militar británico en Santiago.
Que algún espía británico en Ushuaia haya informado la salida del buque el 24 de abril e inferido su ruta, que hasta entonces era secreta.
En un caso u otro, lo cierto es que el 25 de abril el submarino estaba en la zona de Georgias, donde fue detectado por los comandos del grupo Lagartos de la Armada Argentina.
Al mando estaba el teniente Alfredo Astiz, y el aviso sobre la posición del Conqueror fue su última (¿única?) acción de guerra: al día siguiente firmaba su rendición ante el capitán inglés Nicholas Baker.
Para el 1º de mayo, el submarino ya había llegado al este de la Isla de los Estados, y desde allí observó por periscopio el abastecimiento del crucero en alta mar.
La cacería había comenzado.



El Belgrano tenía su historia

Botado en Arizona el 12 de marzo de 1938 como Phoenix, sirvió a la Armada de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial.
El 7 de diciembre de 1941 estaba en Pearl Harbor cuando la base fue atacada por los japoneses. El buque respondió el ataque, no fue alcanzado por las bombas, y desde entonces peleó en el Pacífico y en el Indico.
En marzo de 1946 fue desafectado de la flota norteamericana, y en 1950 fue comprado por la Argentina en 4 millones de dólares. El 12 de abril de 1951 izó por primera vez la bandera de nuestro país, y desde entonces pasó a llamarse 17 de Octubre.
El 16 de septiembre de 1955 el crucero se encontraba en Golfo Nuevo, con el resto de la flota sublevada contra el peronismo, y desde allí se desplazó hacia Buenos Aires.
Dos días más tarde, el buque llegó al Río de la Plata enarbolando la insignia del comandante de la Marina de Guerra en Operaciones, el almirante Isaac Rojas, que había constituido su comando a bordo.
Finalmente, el 22 de septiembre de 1955, un mes después de la caída del peronismo, el buque pasó a llamarse General Belgrano, "dada la inconveniencia de mantener en las unidades navales nombres de personas o hechos cercanos en el tiempo".


Para el 29 de abril de 1982, la flota argentina había sido dividida en tres grupos de tareas que operaban en el Atlántico Sur.
El GT3, ubicado en cercanías de la Isla de los Estados, lo integraban el Belgrano, los destructores Piedra Buena y Bouchard y el buque tanque de YPF Puerto Rosales.
El plan táctico para el Belgrano era acercarse a Puerto Argentino desde el Sur, para envolver a la fuerza británica que había comenzado a bombardear la posición.
La maniobra debía coincidir con el bombardeo de los aviones navales desde el Norte, pero en la tarde del 1º de mayo se suspendió: insólitamente, en la zona no había viento y los aviones no podían despegar.
En la madrugada del 2 de mayo, el contralmirante Gualter Allara había ordenado el repliegue de los buques. La instrucción al Belgrano fue dirigirse a posiciones de menor profundidad (no más de 120 metros) para evitar la presencia de los submarinos nucleares.
El viejo barco navegaba solo, y el Piedra Buena y el Bouchard lo seguían a unos diez kilómetros al Este, con las transmisiones de radio cortadas, haciendo escucha hidrofónica.
Se había pasado del alistamiento de batalla, una especie de alerta rojo, a la situación de crucero de guerra: sólo un tercio de la tripulación estaba en sus puestos de combate. Otro tercio descansaba, y el restante trabajaba o comía. El menú de esa noche no habría desesperado a los gourmets: habría albóndigas con papas hervidas.


El buque había dejado Puerto Belgrano el 16 de abril, 14 días después del desembarco de las tropas argentinas en Malvinas.
Aunque la invasión se había iniciado el 2, el crucero estaba en mantenimiento y no pudo sumarse enseguida a la operación. 

¿Era apto el Belgrano para estar en la primera línea de combate? 

Su comandante, el capitán de navío Héctor Bonzo, es terminante: "Era un buque absolutamente operativo. Hasta 1981 había ganado el premio del diario La Prensa al mejor tiro de combate de la Flota de Mar. Estaba equipado con misiles antiaéreos CA-Cat y tenía una coraza de acero de 2,5 centímetros de espesor. La tripulación estaba perfectamente entrenada y el buque se modernizaba año tras año".
Otras fuentes tienen opiniones diferentes. Un alto jefe militar, con participación en la Guerra de Malvinas, dijo a La Nación: "El Belgrano no estaba en condiciones de combatir. Lo prudente hubiese sido que se quedara en el puerto".


En rigor, el Belgrano nunca entró en combate, pero se convirtió en una trampa para todos sus tripulantes. 

EL BELGRANO NO ESTABA EN ZONA DE GUERRA 

 Ley 25.546
Declarase lugar histórico nacional y tumba de guerra al área donde se encuentran los restos del buque Crucero A.R.A. General Belgrano y de los 323 tripulantes que allí reposan, hundido el 2 de mayo de 1982 en la zona económica exclusiva argentina.





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"El crucero llevaba a dos cantineros que eran hermanos: los santiagueños Heriberto y Leopoldo Avila. Eran los únicos civiles a bordo"



Al momento de desatarse el conflicto bélico, en pleno febril alistamiento del Crucero para ir a la guerra, el comandante de la nave les comunica a los Avila que deben desalojar su lugar de trabajo, ya que militares por él designados se harán cargo de la cantina durante lo que duren los combates.
Ambos hermanos resistieron con firmeza la decisión del jefe. Ellos querían ir a la guerra, querían seguir con sus tareas dentro del buque aún en su condición de civiles. Lo entendían como una obligación y un servicio.
Frente a la férrea determinación de los cantineros, el comandante los autorizó a zarpar como parte de la dotación, por supuesto que bajo su exclusiva y propia responsabilidad.
Los Avila siguieron entonces atendiendo la cantina del Belgrano en altamar, en plena guerra, como lo hacían en tierra, como lo hicieron siempre.

Cuenta el Almirante Bonzo sobre la tarde de la fatídica explosión:...Luego fui hasta mi balsa. Me dieron el parte, pero éramos muy pocos, faltaban por lo menos cinco o seis. Allí fue donde vi al cantinero Ávila que estaba desesperado.
Era como si su piel gritara. Yo lo conocía de mis viajes en el buque escuela, en donde él estaba como ayudante de cantinero. Le pregunté qué le pasaba. Él me miró pero no me contestó, fue otra persona la que me dijo al oído ”el hermano no salió”.
Entonces ahí sí me habló Ávila -balbuceando, porque estaba verdaderamente desesperado-, y me dice “lo quiero ir a buscar”.
Le contesto que ni se le ocurra. Pero él repitió, “¡déjeme ir a buscarlo!.
“¡Ni se le ocurra!, le vuelvo a responder, agregándole:¡no sabe lo que es eso, es el infierno! Usted va para allí y no vuelve”.
En ese momento, Ávila respiró profundamente y miró el horizonte. Y era rarísimo que Ávila no te mirara a los ojos. Una cosa que siempre me gustó de él era que cuando te miraba, te taladraba con su ojos. Era un hombre franco, un hombre derecho.
Lo agarré de los hombros y lo sacudí. Lo llamé por el nombre : “Heriberto ni se le ocurra bajar!”. Míreme por favor -y el miraba para otro lado-. Ni se le ocurra. Se lo ruego”. Sin embargo ,lo fue a buscar,varios combatientes lo alcanzaron a ver zambulléndose desesperadamente en el infierno de las llamas y los hierros retorcidos. Buscaba a su hermano que allí había quedado atrapado. Ninguno de los dos regresó, se hicieron inmortales junto al Belgrano. En su puesto de trabajo. En su hogar.





El 16 de abril de 1982 zarpó rumbo al teatro de operaciones del Atlántico Sur con 1093 tripulantes, cuyo valor individual y colectivo pone en manifiesto la instrucción y el adiestramiento, así como la respuesta profesional y la actitud espiritual de estos hombres en el planeamiento de las operaciones, preparativos y efectos de esta travesía histórica.
La torre II del Crucero apuntando a estribor en el momento del ataque y no trincada en crujía (plano vertical, que divide al buque por el medio, de proa a popa) simboliza que fue hundido en combate como cuadra a un buque de guerra, con sus cañones en condiciones de repeler; cuando fue silenciado… sus marinos se hallaban prestos a batirse con dignidad y fervor, arriesgando y dando su vida por una causa justa y soberana.



Malvinas: La Historia en historieta

 





























EL ULTIMO EXOCET DE LA GUERRA


 















IMPACTO EN EL SHEFFIELD

 











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