domingo, 12 de septiembre de 2010

Carta de un soldado




Escucha Dios:
Yo nunca hablé contigo,
Hoy quiero saludarte: ¿Cómo estás?
¿Tú sabes? Me decían que no existes,
y yo, tonto, creí que era verdad.
Anoche vi tu cielo.
Me encontraba oculto en un hoyo de granada...
¡Quién iría a creer que para verte
bastara con tenderse uno de espaldas!
No sé si aún querrás darme la mano;
al menos, creo que me entiendes.
Es raro que no te haya encontrado antes,
sino en un infierno como éste.
Pues bien... Yo todo lo he dicho.
Aunque la ofensiva nos espera para muy pronto,
Dios, no tengo miedo desde que descubrí que estabas cerca.
La señal! Bien Dios, ya debo irme.
Olvidaba decirte... que te quiero.
El choque será horrible...
en esta noche ¡Quién sabe!
tal vez llame a tu cielo.
Comprendo que no he sido amigo tuyo.
Pero ¿me esperarás si hasta ti llego?
¡Cómo! ¡Mira Dios: estoy llorando!
tarde te descubrí ¡Cuanto lo siento!
(Qué raro: sin temor voy a la muerte...)
Dispensa, debo irme ¡Buena Suerte! . 
 

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